La mayoría de las personas cree saber cuando los alimentos están cocidos, sólo con mirarlos. Observan su color y se confían de esa experiencia, que muchas veces nos puede inducir a error. Por ejemplo, cocinar y guiarse por los colores que exhibe el alimento no constituye un método seguro para garantizar la inocuidad del alimento.

Las carnes y aves que se cocinan a la parrilla, se doran muchas veces muy rápido por fuera, y el color de la carne rosado o marrón puede hacernos creer que ya están listas para consumir.

De acuerdo a investigaciones recientes realizadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), una de cada cuatro hamburguesas adquiere un color marrón en el medio, antes de alcanzar la temperatura interna adecuada.

Imagen activa La forma más segura de saber si los alimentos han alcanzado una temperatura lo suficientemente alta, como para destruir las bacterias causantes de intoxicaciones alimentarias, es a través del uso de un termómetro para alimentos .

El termómetro es la mano derecha del manipulador, dado que quizás el factor más importante a cuidar durante todas las etapas de preparación de los alimentos es la temperatura, para asegurar que las comidas se mantienen por fuera de la zona de peligro (¡no olvidar que es entre 5 y 60º C!).

El termómetro de cocina de uso más frecuente, consta de un vástago metálico de 12 a 15 centímetros, suficiente para introducirlo en la porción más gruesa del alimento y llegar hasta el centro de la pieza.

Este tipo de termómetros tienen en la junta entre el vástago y el cuadrante, una tuerca que permite calibrarlos cada cierto tiempo.